Frente a ello, la clase política y los poderes fácticos del Estado
español siguen enrocados en una “posición supremacista y jacobina”. Su
imagen denota un proyecto coronado por la tristeza, frente a una
ciudadanía que muestra colectivamente su felicidad por luchar por
decidir libremente su futuro. Las amenazas, la represión o los insultos
no hacen sino aumentar el sentimiento catalán hacia la soberanía.
Es evidente que la respuesta del Estado será la de la suspensión con el
recurso al Constitucional. A partir de aquí entramos en el terreno de la
especulación sobre la respuesta pero con ciertos síntomas evidentes.
Por un lado hay un acuerdo profundo entre los partidos proconsulta que
el futuro de la misma no la puede decidir un tribunal político sino que
las decisiones hay que tomarlas en la política. Y que la unidad en la
respuesta es un factor de gran potencia.
En Catalunya ahora es la hora del 9-N.
jaironarvaez54@gmail.com
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